Hace dos días, me senté frente al ordenador y me dispuse a dar un nuevo paso en mi aventura en esto del vivir, para mí, un paso grande, desde donde yo lo experimento por el miedo/s que se esconden detrás. Y ¿para qué me senté? Para escribir, para compartir mi experiencia vital escribiendo, para que mi recorrido personal pueda trascender más allá de mí misma si es que a alguien tiene que llegar y le puede servir.
Y ¿cuál es ese miedo que hasta el día de hoy ha bloqueado mi objetivo? ¿por qué tener miedo a escribir y compartir desde mi experiencia? Pues porque en algún momento de mi camino en esta vida yo aprendí a tener miedo a SER, aprendí a que SER YO no era correcto, no estaba bien, era más correcto HACER lo que me indicaban que se tiene que hacer, estaba mejor valorado OBEDECER, CUMPLIR……. que SER.
Esto que hoy se transforma en palabras escritas siento que empezó a tomar forma hace años, un día en el que, desde un sentimiento de confusión enorme, decidí iniciar un camino de búsqueda personal que a día de hoy soy consciente de que no tiene retorno y estoy feliz de ello…..¿y qué buscaba? O mejor dicho ¿a quién buscaba? En aquel inicio no lo tenía muy claro, no era consciente de mi objetivo, yo buscaba recuperar mi calma interna, mi paz interior, mi alegría de vivir que se había perdido confusa entre sentimientos de angustia, ansiedad, estrés, rabia, tristeza…….en resumen, se había perdido entre el MIEDO A SER YO…. a salir al mundo con mi verdad, una verdad genuina, que está dentro de mí y que estaba deseando ser mirada, reconocida, amada y compartida.
Sin ser consciente de ello, aquel día……….comencé un camino para encontrarme a mí, MI CAMINO DE RETORNO A CASA, porque todos tenemos un hogar que nadie nos puede quitar, todos tenemos esa tan deseada paz que buscamos y ¿dónde está? DENTRO DE CADA UNO DE NOSOTROS
¿Qué me pasó a mí al principio? Que me perdí aún más buscando FUERA.
En el inicio de mi búsqueda yo quería que alguien me diese las respuestas, que alguien me diese la fórmula mágica para hacer desaparecer para siempre esos sentimientos tan incómodos que os he nombrado y que yo agrupo en uno sólo y es EL MIEDO, porque para mí, a día de hoy hay dos energías, emociones, fuerzas….llamadlas cómo queráis, que impulsan mis actos y son EL AMOR o EL MIEDO, desde donde yo elija crear mi realidad, así la siento y experimento, y de esta idea, la idea de que nosotros somos los creadores de nuestro día a día, me extenderé con más detalle otro día, porque integrar esa idea ha sido una de mis mayores liberaciones.
Os sigo contando, recuerdo como en mis sesiones de trabajo personal, cuando llegaba a un punto en el que parecía haber recobrado la tan ansiosa calma que buscaba, yo me decía mí misma “ya está, lo conseguiste, ya no hace falta que le des más vueltas a nada, solucionado….” Y seguía inconsciente mi vida, pero de repente en el momento menos esperado el malestar aparecía de nuevo y la impotencia surgía….¿pero si yo ya he hecho no sé cuántas sesiones de terapia qué sucede? ¿esto no estaba ya solucionado? Pues no, no lo estaba y no lo estaba porque yo no dejaba de buscar mis respuestas y mis soluciones fuera de mí.
Y desde aquí os cuento cómo yo experimento, entiendo, y gestiono uno de esos sentimientos incómodos que a menudo experimentamos los seres humanos y que si no lo enfocamos en la dirección adecuada, nos alejan de ese “retorno al hogar” y es EL SENTIMIENTO DE SOLEDAD.
Para mí, las demás personas, nuestros amigos, familiares, compañeros de trabajo….no tienen el poder ni la capacidad de dejarnos “solos”, nadie nos puede abandonar en el sentido profundo del término. De acuerdo, se pueden ir, se pueden alejar de nosotros, pero no nos pueden dejar solos por el simple hecho de que nadie nunca está sólo/a, si miramos bien, si miramos hacia dentro, siempre, siempre estamos acompañados………..¿y de quién? De nosotros mimos.
No estás sólo si estás contigo, si te tratas con respeto, si te escuchas, si te das lo que necesitas y deseas. Todo está dentro, todo empieza en nosotros.
Ese sentimiento de “soledad” que nos aborda y que conseguimos experimentar gracias a las personas con las que nos relacionamos y gracias a las circunstancias que nos acontecen, y aquí, hago un inciso, al igual que nombré en mi primer escrito sobre el conflicto interno y es para mí una llave de transformación increíble que en un segundo transforma el enfado en alegría……El AGRADECIEMIENTO, porque es gracias al otro y no debido a él, que podemos reconocer ese sentimiento de soledad y hacer algo a nuestro favor, hacer algo yo por mí, no esperar que sea el otro quien lo solucione.
¿A qué me refiero? Os pongo un ejemplo, imagínate que te tienes instaurada en tu rutina la “obligación” de todos los domingos ir a comer a casa de tus padres, no te lo cuestionas, simplemente lo “obedeces” “cumples con ello” y fíjate bien en la palabra cumplimiento………voy a deshacerla y verás qué significado oculta……..cumpli+miento……..CUMPLO Y MIENTO…….cumplo mis obligaciones desde la mentira porque en realidad muchas veces esas obligaciones aprendidas y no cuestionadas no son mi verdad, no soy yo, yo no quiero hacer o decir eso en ese momento o lugar o con esas personas…….¿creéis por un momento que eso no se percibe? ¿no os ha pasado en esas reuniones familiares por obligación que tenéis la sensación de que en realidad ninguno de los asistentes quiere estar ahí de verdad, que les gustaría más estar en otro lugar en ese momento o con otras personas?, con esto no estoy diciendo que mi verdad genuina o la vuestra es que no queremos estar o compartir una comida con nuestra familia sino que no elegimos de forma consciente cuándo y de qué manera lo queremos hacer y es ahí, en ese momento, rodeados de personas, cuando lo que hacemos, como lo hacemos desde la obligación aprendida y no cuestionada nos conduce a ………. “DEJARNOS SOLOS”, yo a mí me dejo sola, en medio de la multitud me siento sola, me abandono a mí misma y entonces pensaremos y nos justificaremos con ideas del tipo “es mi madre que se empeña en llamarme cada semana, es mi padre que sino voy se enfada, es que cómo no voy a ir, es que sino mis padres se disgustan, es que como voy a ser yo quién rompa esta costumbre, qué le vamos a hacer, total es un rato, lo aguanto y ya está…………… y así, como echo aislado, un día, tampoco tendría mayor trascendencia pero es que lo hacemos continuamente, la mayor parte del tiempo “nos dejamos solos nosotros a nosotros mismos” en medio de todas esas tareas que nos convencemos que son de obligado cumplimiento y lo que es peor, nos convencemos de que no está en nuestras manos cambiarlas.
Yo fui muy consciente de este ejemplo que os pongo y que se puede extender a cualquier experiencia de vuestro día a día, las navidades pasadas, cuando sentada en una mesa llena de comida uno de esos días que “tocaba” estar ahí, todos los presentes estaban atentos a los wasap que entraban en sus móviles y no se hablaban entre sí y dije “¿qué hago yo aquí si en realidad, ahora, este día y de esta forma no quiero estar y por lo que parece el resto de personas tampoco?” Os aseguro que si yo en aquel momento me hubiese atendido a mí misma y hubiese escuchado a esa sabia voz interna que me susurraba, la molestia con la que yo estaba conectada y el sentimiento de estar sola rodeada de gente, se hubiese desvanecido al tomar las riendas, haberme levantado y haberme ido………hubiese materializo el acto de amor más genuino por mí misma y por los que allí estaban presentes.
Porque cuando nos hacemos conscientes de esos momentos en los que “nos hemos dejado solos” y nos responsabilizamos de ello sin tirar balones fuera y cogemos fuerza desde ese impulso lo que supone atreverse a salir de “lo correcto”, de “la zona de confort conocida” ahí, el sentimiento de soledad desaparece, se diluye, porque tu has vuelto a ti, y una vocecilla interior grita de alegría……POR FIN ME HAS VISTO Y ME HAS ESCUCHADO………y en un primer instante quizás la cara de los que te rodean no sea de admiración pero te aseguro que liberándote tú de tus ataduras, les liberas a ellos también aunque no sean conscientes de ello.
Y así es como recuperamos las riendas de nuestra vida y dejamos de esperar que sea el otro quien nos dé la solución.
El proceso no es cómodo a veces, la mayoría de las veces diría yo pero te aseguro que la recompensa personal merece la pena.
Un truco que a mí me sirve para auto-chequarme cuando el sentimiento de soledad aparece es………me paro, observo ¿dónde estoy? ¿con quién? ¿qué estoy haciendo? ¿qué palabras están saliendo de mi boca? …………y desde ahí me pregunto ¿realmente yo quiero estar donde estoy ahora? ¿realmente aquí y ahora quiero estar con quién estoy? ¿lo que estoy haciendo o diciendo nace de mí verdad y el objetivo es mi bienestar real y el de los demás o lo hago y lo digo desde lo que me han dicho que es correcto y pensando que así contento al otro? Nunca vas a poder “hacer feliz a otro” si antes no te haces feliz a ti mismo……….¿Cómo vas a ofrecer lo que no tienes?
En la respuesta está la clave, si estás “cumpliendo” estás fuera de ti, TE HAS DEJADO SÓLO/A………y la solución está en tus manos.
Yo te invito a que te observes, pon conciencia, quédate un instante en silencio cuando el sentimiento de soledad aparezca. Al principio puedes hacer sólo eso, observar, porque el miedo a hacer algo distinto a lo habitual aún será grande, no pasa nada, es legítimo, abrázalo y haz sólo eso, observa. Ese puede ser tu punto de partida para que tu conciencia se amplíe y cuando estés preparado y llegué el momento ya darás el paso de poner la acción en práctica.
Poco a poco, te irás atreviendo a que tu observación se transforme en atrevimiento, te atreverás a hacer o decir algo distinto a lo habitual, y lo experimentarás, traspasarás el miedo y no sólo te liberarás tú, sino que tu liberación se contagiará al mundo y desde ahí, desde nuestra libertad individual y genuina, la unión con los demás te aseguro que la empezarás a experimentar desde otro lugar y HABRÁS AVANZADO UN PASITO MÁS EN TU VIAJE DE RETORNO A CASA.
FELIZ VIAJE!!!!!!